jueves, 11 de junio de 2015
Arbiter Elegantiarum
Así se le llamó en la Roma de Nerón al escritor
y político Cayo Petronio Árbitro, dado su sentido de la elegancia y el lujo,
que le convirtieron en el organizador de los espectáculos más fastuosos. Son
raros los establecimientos en los que prima en el trato con la clientela, la elegancia.
Quizás porque falta un personaje como Tito Petronio? Que cuide los modales como el saludo, el protocolo o la comunicación
depurada (nivel idiomático, incluso en castellano). Que dé lecciones sobre un aspecto
pulcro (aseado, pulido, véase bien oliente), o una actitud amable (cordial y
sonriente), así como una presencia adecuada (discreta, pero efectiva)… O
incluso que enseñe la maravillosa diligencia (prontitud, contestaciones
pertinentes)… En una palabra, lo que hoy se denomina “profesional”, que significa
un comportamiento digno del mejor anfitrión, sin esperar nada a cambio. ¿Es
mucho pedir? Lo mejor que nos puede suceder es querer identificarnos con una
persona que nos ha atendido mejor de lo que esperamos, con un estilo y un porte
refinados que hacen de ese ser - por sí sólo- un valor incalculable para el
establecimiento. Es ir más lejos en lo que el servicio tiene que proporcionar. ¿Dónde
podemos encontrar a este adalid de la prestación en servicio… Son personajes de
ficción?
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